Leyendas

El perro del diablo

Hace mucho tiempo en San Juan del rio, en la calle de Cuauhtémoc, nació un perro que no era ordinario, pues salio de un resplandor rojo. Una viejita que pasaba lo recogió y lo llevo a su casa, estando ahí lo metió en su cuarto, y  le dejo dormir. De pronto, el diabólico animal vio la luna, se transformó en un perro grande y malvado, se arrojó a la puerta y la derribo, salió y corrió hacia las casas del centro. Iba recorriendo las calles y solamente asaltaba aquellas viviendas que enigmáticamente tenían lo que buscaba. De ellas se llevaba unos bultos que debido a la oscuridad no se distinguían de la negrura de la noche.

A la mañana siguiente el pueblo se reunió y descubrieron horrorizados que había entrado solo a casas en las que hubiese infantes, cosa que había sustraído de todas ellas.

Varias noches se repitió lo mismo hasta que se formaron grupos para darle caza, todos juraron matarle en cuanto le vieran.

El perro apareció en una granja, un hombre que se encontraba ahí lo vio y le disparo. El animal solo se quedó quieto, con la cabeza gacha, y cuando se levantó mordió al campesino, entro en la casa y se llevó al niño, desapareciendo entre los campos.

Todo esto inquieto a un sacerdote, que prometió ayudar a exterminar a aquel demonio, en eso apareció el hombre que había sido mordido y aseguro que aquel animal era inmortal. Buscaron a la mujer dueña del animal, esta les dijo que esperasen al amanecer, cuando hubiera recuperado su forma, les dijo donde podrían encontrarlo y se fue.

Encontraron al perro vigilando un agujero donde tenía metidos a todos los niños. El sacerdote le clavó un cuchillo al animal, este le mordió, sin embargo no pudo hacer más pues el padre había sido efectivo. Aun así la mordedura trajo sus consecuencias, siendo causa del deceso de aquel clérigo unos días después.

El puente de la Historia

En 1711 fue concluido el hoy monumento y símbolo de la ciudad, el Puente de la Historia, que se alza sobre la parte sur del rio San Juan. Su construcción inicio en febrero de 1710 por orden del Virrey Don Francisco Fernández de la Cueva duque de Albuquerque, quien ordeno al arquitecto Pedro de Arrieta el diseño del mismo. Sin embargo, por más que el arquitecto hiciese sus cálculos y los corrigiera, el puente no dejaba de caerse. Cuenta la leyenda que cada vez que esto sucedía, se le aparecía el diablo a Pedro de Arrieta advirtiéndole que no dejaría de tirar su obra hasta que hiciese un pacto con él, cosa que le horrorizaba. Después de muchos intentos infructuosos los constructores aceptaron el trato, cuál fue su sorpresa al saber que tenían que enterrar un niño en cada columna del puente, y así, sus almas sostendrían la construcción, dándole la solides que le faltaba. Actualmente no sabemos si finalmente aceptaron o no, solo sabemos que en 300 años el puente no se ha derrumbado. Algunos aseguran que si un niño juega cerca del puente durante una lluvia fuerte su alma cambia de lugar con la de los niños enterrados.

El tacón dorado

En el pueblo de San Juan del Rio, vivía en la calle de Abasolo #24, una bellísima dama que se llamaba Mary Bella, que hacia honor a su nombre. Tenía unos hermosos ojos azules, que a pesar de todo siempre reflejaban tristeza.

Era una señorita perteneciente a una familia de renombre, una de las más conocidas en el pueblo, aun así ella no era feliz, ya que siempre se la veía sola.

Daba largas caminatas por todo el pueblo, sobre todo por la estación ferrocarrilera, como si esperase a alguien.

Ella gustaba vestir elegantemente, con bellos vestidos y zapatillas color dorado. La vida para Mary Bella pasaba sin ningún contratiempo. En su casa se preguntaban a donde se dirigía siempre que salía. Nunca se imaginaron a donde iba, ya que el lugar estaba bastante alejado, y sobre todo solo y muy peligroso, ya que cerca de ahí todo era baldío, es más se encontraba cerca una casa de nota roja donde concurrían hombres muy malos y viciosos.

En cierta ocasión un tipo mal encarado la vio pasar, ella sin percatarse de la presencia del hombre siguió su camino. Afortunadamente nada sucedió en esa ocasión.

El hombre acostumbraba asistir a ese lugar, sin embargo se quedó prendado de la elegante dama, pero ella jamás se fijaría en un hombre así. Paso el tiempo y ella seguía dando esos largos paseos. Salía de su casa por las tardes y regresaba ya entrada la noche. Nunca se vio con nadie, todo el pueblo la conocía y la respetaba. Cerca del mes de septiembre, cuando el día terminaba cerca de las 8, a Mary Bella se le hizo tarde, ya que había llegado una maquina nueva, más actual, más rápida, con elegancia en cada compartimento, y le llamo la atención visitar ese ferrocarril, sin pensar que sería lo último que haría en su vida. Sin percatarse de la hora y que el lugar era muy peligroso para una mujer sola. Cuando se dio cuenta corrió, pero equivoco el camino para acortar la distancia a su casa, se desvió hacia los baldíos, para su desgracia el hombre la vio y la siguió hasta darle alcance. La subió a la fuerza a su automóvil, él iba con aliento alcohólico, ella en su desesperación por salvarse del secuestro se quitó una zapatilla y con el tacón lo golpeo sin dar ningún resultado, esto enfureció al hombre que detuvo al coche como a 400m de la estación. La golpeo, y ya inconsciente abuso de ella para luego matarla.

Su familia la busco incansablemente sin encontrarla jamás. El hombre huyo del pueblo para no levantar sospechas.

Tiempo después el hombre regreso para confesarles el crimen a los padres de la desdichada mujer, muriendo de una enfermedad. Su familia se dirigió a donde el hombre había enterrado a Mary Bella para darle cristiana sepultura.

Pasaron los años y ahora esos baldíos son multifamiliares, mucha gente asegura que entre las 0 horas y las 4 horas de la madrugada se escucha unos tacones pasar por la calle, dicen que lo único que se ve es el reflejo de unas zapatillas doradas.

El tesoro del cerro de la venta

Cuentan los más ancianos que se oculta un tesoro en lo alto del Cerro de la venta, ¿Cómo encontrarlo?…nadie lo sabe. Muchos lo han intentado y ninguno ha regresado. Cuenta la historia que un aventurero, con ansias de volverse rico sin trabajar subió por las faldas de aquel cerro hasta llegar a la parte más alta. Miro en todas direcciones, por todos los rincones, examino con detenimiento cada una de las grietas, movió las grandes piedras, con la esperanza de encontrar aquel tesoro, sin embargo no encontró nada. Se tendió en el suelo exhausto y sudoroso, sucio al grado que le repugnaba su propio olor, desanimado por  no haber encontrado nada bajo de nuevo al pueblo, cuando de repente una voz le pregunto -¿Buscabas algo?-. Aquella voz que le llego desde su espalda le lleno de un profundo terror, provocando que voltease y al mismo tiempo abrazara un objeto cubierto de tela que tenía al frente. Al mirar hacia adelante se dio cuenta que ese objeto era la misma persona que le había hablado segundos antes. Se soltó con gran espanto, quiso dar la media vuelta y correr, sin embargo por más que movía las piernas no conseguía avanzar. Al mirar abajo vio una persona recostada con toda naturalidad que le retenía por el saco -¿Cuál es la prisa?- pregunto el hombre. Hacia unos momentos le repugno su olor, ahora no le importaba haberse orinado los pantalones. Lo que realmente deseaba era salir de ahí. –Basta- trono la voz -¿A qué has venido?- como no conseguía contestar el hombre le propino una serie de bofetadas -¿Te sientes mejor?- el joven dijo que si pero su expresión decía que no. Encogiéndose de hombros el hombre se proponía darle otra paliza cuando el joven grito que sí, que se sentía muchísimo mejor. -¿En qué te puedo servir?- la voz era clara y dura, pero le dio seguridad al muchacho. Antes de que pudiera responder  el extraño hizo un extraño ademan de saludo, muy pasado de moda, con una larga y presuntuosa caravana –Me presento, soy Luzbel, tu más humilde siervo- el joven palideció y se preguntó si necesitaría aprender de nuevo a usar el baño. El extraño, ataviado todo de negro, con una capa de interior rojo y tocado con un sombrero de copa, sosteniendo un bastón corto, podría ofrecer una imagen cómica, pero al joven no le importaba. Ya no sabía lo que quería, tenía la boca seca y lamento no haber traído agua consigo. En un santiamén Luzbel le extendió una copa de vino y se la puso en la mano. El vino cayó al suelo junto con la copa, el joven no podía mantener firme el pulso –Mi señor, con lo caro que es el cristal cortado- dijo el diablo mientras le ofrecía agua en una taza de peltre. El joven arqueo las cejas y miro la taza, a lo que el diablo respondió –Solo es por si acaso-. Secándose el sudor, tratando de ordenar su mente, un viento helado le recordó que estaba empapado de orines y sudor. El diablo siguiendo su mirada chasqueo los dedos y el joven se vio libre de su antigua ropa ahora ataviado con ricos vestidos. No tuvo tiempo de admirar sus nuevas ropas cuando el diablo chasqueando los dedos apareció una mesa donde se encontraban muchos planos del cerro. –Mi señor, se lo que buscáis, y si seguís mis instrucciones al pie de la letra, seréis dueño de todos los tesoros que deseéis—El joven se froto las manos con avaricia. Luego de haber terminado su explicación, el diablo desapareció sin dejar rastro. El muchacho quito unas piedras según lo que le habían dicho y pronto resbalo, encontrándose en una caverna con las más finas riquezas. Tan embelesado estaba que su pie tropezó con una piedra que impulsada por el movimiento golpeo algunas monedas de oro acumuladas en el suelo. El diablo apareció de nuevo y le dijo –Mi señor, creo haber olvidado deciros que si tocabais algo del tesoro quedaríais enterrado junto con el- Al joven se le abrieron los ojos y comenzó a comprender. Con la mirada más fría que pudo el joven le ordeno al diablo que lo llevara a la superficie, -Pero mi señor, si dejáis el tesoro podría desaparecer, ya sabe que hay tanto ladronzuelo suelto- a lo que el joven respondió –Yo estoy suelto, no he tocado tu tesoro y no te pertenezco- Diciendo esto puso pies en polvorosa y llego corriendo hasta el pueblo sin importarle la cara de asombro que todos ponían al verlo pasar tan deprisa. Él pensó por momentos que se admiraban al ver lo finas que eran sus ropas. Hasta que estuvo en casa comprendió. Necesitaba un  buen baño pues apestaba a cien mil diablos.

Acerca de lalink105

Observando mi alrededor, plasmando mis ideas, compartiendo mi locura con los demás.
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7 respuestas a Leyendas

  1. adis dijo:

    pongan mas leyendas 🙂

  2. ari dijo:

    esta bien cagado porque no vienen todas las leyendas de san juan.

  3. roxana dijo:

    yo todas estas leyendas ya las lei

  4. ASAENA dijo:

    que padre gracias por estas leyendas me gustan, mas si son de san juan del rio

  5. andy dijo:

    mas cortos 😦 pero me sirvieron me hicieron mucha ayuda gracias 🙂 ❤

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